Mujeres y Soberanía Alimentaria

Amayuelas

En COMPI estrenamos el otoño de 2013 con un encuentro de rurales y urbanas de seis Comunidades Autónomas en Amayuelas (Palencia) el 20 y 21 de septiembre, aprendiendo que la Soberanía Alimentaria afecta no sólo a quienes producen alimentos, sino a quienes los consumimos, es decir, a todas y todos.

Bajo la parra del Albergue de Mª José aprendemos que Soberanía Alimentaria -concepto introducido por Vía Campesina en el Foro paralelo de la Cumbre Mundial de la Alimentación de la FAO en 1996– es la facultad de cada pueblo para definir sus políticas para el desarrollo agrario sostenible y la seguridad alimentaria. Supone pasar de la organización actual por las multinacionales y la OMC (Organización Mundial del Comercio), que no garantizaron el derecho básico a la alimentación a 925 millones de personas víctimas de la hambruna causada por la especulación en 2010, a la protección del mercado doméstico por la sociedad civil y la población agraria locales. El derecho humano a la alimentación y la lucha contra el hambre no pueden gestionarse como un negocio.

Hemos comprobado con nuestro paladar que la agricultura y ganadería de proximidad son más ricas que las del súper, pero ¿son mas sanas? Belén, que produce vino y  legumbres en secano ecológico, abrió un tema reiterado: para una pequeña explotación agraria la normativa sanitaria y sus controles son agobiantes, inacabables y despropor-cionados. Inmaculada, que cultiva tomates en invernadero y los vende a través de una cooperativa, está obligada a comprar semillas. Olga, que es veterinaria, contestaba que responden a la seguridad de los consumidores, y no debemos olvidar que ha habido intoxicaciones históricas, como la del aceite de colza, y otras anónimas, y que la trazabilidad o control sanitario en cada fase ayuda a prevenir y evitar.

Comentan que en el País Vasco y en Francia e Italia se favorecen más la producción y venta de proximidad sin detrimento de la seguridad. Queda esta tarea: analizar la normativa, que no puede ser sólo a la medida de los grandes.

Cristina nos enseña la nave donde instala los huevos incubados, a sus pollos triscando por el campo, el pequeño matadero donde los mata y como transporta y vende la carne, casi toda a Grupos de Consumo que cada semana compran una cantidad preacordada. Maribel nos contó como cría y ordeña a sus cabras, de las que cominos yogures y quesos exquisitos. Abren otro de los debates. Pasar de salir a comprar con el carro o con el coche al supermercado a cualquier hora, a comprometerte en un pequeño grupo de consumo a comprar cada semana equis kilos a productoras o productores como ellas. Las mujeres urbanas, siempre compaginando el tiempo de nuestro empleo, de los cuidados y tareas domésticas, como comprar y de las demás cosas que queremos hacer en la vida, como participar en el movimiento feminista, no queremos que la compra a días y horas fijos sea una obligación más. Colocar la soberanía alimentaria en la agenda política tiene que ligarse a repartir las tareas domésticas, como comprar, conservar y cocinar alimentos, entre mujeres y hombres.

El avance tanto de las mujeres rurales y productoras como de las mujeres urbanas consumidoras requiere una alianza explícita y consciente entre mujeres de organizaciones feministas y campesinas. Las organizadas en Vía Campesina, como CERES, la canalizan a través de la Marcha Mundial de Mujeres. Silvia, Sarai y Joseba, explican el trabajo de acompañamiento que hace Mundubat, reflejado en algunas de sus publicaciones, como “Enlazando feminismos y soberanía alimentaria”  http://www.mundubat.org/archivos/201205/feminismosysacast.pdf?1 “Asfixia en el supermercado” y “Soberanía alimentaria, transformación artesanal y equidad de género”. Surge un debate sobre si la Marcha Mundial de Mujeres, que tiene una implantación relativa en España, admite o no colaborar con otras organizaciones feministas para tener una incidencia social y política mayores uniendo fuerzas, o bien “solo admite una organización por país”. Vamos a preguntar.

Después de hablar de la salud y el amor, hablamos del dinero. La cesta de la compra de proximidad es más cara kilo por kilo. No asumimos la compra de alimentos como tarea sólo de mujeres, pero bueno, entendemos de eso. Vamos a añadir al kilo de pollo su calidad y también la calidad global de nuestras vidas. El folleto  añade algunos gramos a la balanza: la agricultura o ganadería intensivas acaparan y arrebatan tierras a millones de personas de África, América Latina y Asia lanzándoles al hambre y a una emigración injusta, causan el 70% de la deforestación rompiendo nuestro ecosistema, la producción industrial y su enfriamiento, envasado y transporte a miles de kilómetros producen más gases de efecto invernadero. Pero, además, Jeanne Verlinden, de Vía Campesina Europa señala que la PAC, la Política Agrícola Común de la UE, sólo facilita redes de distribución para la producción agroindustrial, y hay que lograr ampliar las redes de las de proximidad, para que sean más accesibles económicamente.

Atraviesa todo nuestro debate la desigualdad entre mujeres y hombres en los trabajos pagados y no pagados, como el de cuidados de la infancia y los mayores, que es común al medio rural y urbano, cada uno con sus peculiaridades. Muchas mujeres, que trabajan como “ayuda familiar” no pueden acceder por sí mismas a las prestaciones de Seguridad Social, porque la Ley de titularidad compartida de 2011 ha chocado con la ineficacia administrativa y sólo se la ha reconocido a 50 mujeres en toda España.

Aún tuvimos tiempo, mientras las campesinas faenaban de acá para allá, de rozar temas como el del desperdicio de alimentos por caducidad, si tenemos que consumir menos carne… y pasear por el campo y el pueblo al dorado sol de otoño, que fue un tesoro.

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